22 noviembre 2012

Ethan Frome de Edith Wharton

No soy una montaña pero tengo inclinaciones, algunas van cuesta arriba, Edith Wharton es una muy empinada cuesta abajo. Aunque lo de salirse de lo conocido no sea, quizás, una de sus mejores ideas, sigo resbalando hacia ella.

Imaginaos una de esas granjas frías y ásperas de Nueva Inglaterra, donde los campos, la gente y las emociones son lo suficientemente áridos para subsistir con lo mínimo, dónde el invierno es un estado de ánimo, un paisaje emocional de nada blanquecina. Olvidaos de la primavera.

La granja de Ethan Frome se llama Starkfield, como se iba a llamar si no... Starkfield. Y en ella quedan atrapadas tres vidas en sus tres circunstancias. Una de las especialidades de Edith Wharton, que como si de las ataduras de un corsé tratáramos, liga a sus creaciones de manera inevitable a una condición social y emocional. Convirtiéndolo en una condición física, y dónde la violencia, cuando aparece, es la única acción posible.

Si el mundo es un balance entre Caos y Eros, en la parte anglosajona de ese mundo yo añadiría lo de la clase social*.

So much for the American dream.

A través del extraño, del visitante ajeno, entraremos en la estática, el ruido blanco, de la vida de Ethan Frome. Es ese personaje narrador, quizás, la solución consciente a uno de los defectos del cuento (o novella, vaya usted a saber): la tensión algo exagerada que oculta un cierto desconocimiento de una forma de vida que le es, inevitablemente, ajena. Aquí es dónde vacilo, dónde entrecierro los ojos y me resisto a pensar en un boli rojo.

Democracia de clase alta, al fin y al cabo, las ataduras sociales son el tema por excelencia de Edith Wharton, y aunque hay cierto vacío en aquel detallismo para las sutilezas sociales que con tan buen ojo retrata, la falta de paternalismo (¿maternalismo?) y facilismo (que ni siquiera es una palabra) es tan cruel como en The Age of Innocence.

Quién poseyera su pluma, en serio.



Ethan Frome
Edith Wharton
Alba Editorial.
ISBN 9788484283669; 2007; España; 165 pag.









*PS: Tampoco me engaño, vivimos en un país de hidalgos y señoritos que se dan de leches con los nengs y las chonis, lo de clase social está en todas partes.

[Imagen: New England Farm by a Winter Road de George Henry Durrie, la escogí antes de ver la portada de Alba... no es coña, pero es que si pones en google "new england farm in winter" pues es como obvio XD]

5 comentarios:

  1. Cómo se iba a llamar si no... Starkfield ;)
    Edith Wharton y yo tenemos todavía mucho que decirnos. Lo cierto es que este año empecé Las costumbres nacionales pero después de llegar a la mitad, me di cuenta de que no recordaba nada de lo que había leído hasta ese momento... Un caso raro de amnesia literaria. Pero espero volver a intentarlo el año que viene...

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    1. hahaha, merci! es lo que pasa cuando no se tiene editor, desastres gramáticos de marca mayor!
      Que curioso esa amnesia, no? Yo solo puedo recomendarte a Edith Wharton, es maravillosa, pero todo tiene su momento...

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Además de a Islandia, Nueva Inglaterra puede ser una de las zonas del mundo que tengo mas gana de visitar con tranquilidad. Ethan Fromme lo leí casi a renglón seguido de "La letra Escarlata", que tiene una ambientación parecida, tras leer un ensayo que comparaba los usos simbólicos de ambas novelas (el rojo pasión contra el blanco de la nieve, el gato y todas esas cosas que algunos se empeñan en buscar). A mi me encantó también Ethan Fromme y si bien adoro las novelas de Wharton, no puedo decir lo mismo de todos sus relatos. Mattie, Zeena y Ethan me encandilaron y durante un tiempo soñé tener una casa de campo (las granjas son mas laboriosas) en Nueva Inglaterra y llamarle Starkfield. Cosas de la literatura.
    Saludos.

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    1. Me encanta Wharton, pero si es cierto que sus cuentos más cortos... flojean, y a pesar de que me gustó muchiiiismo Ethan Frome (lo absolutamente *inevitable* que es todo me maravilla), no pude evitar ver algunos puntos flacos.

      Casa de campo también para mi, lo de la granja tiene que ser terrible. Lo de alquilarse un coche y pasearse por allí debe de ser genial.

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